2 de noviembre de 2010

La tormenta que ya pasó. Reflexiones tras gamerLand

Foto: MeriStation

La marabunta de estos últimos días en la feria gamerLand ha vuelto a su redil. Ya no resuenan en el recinto del BEC de Bilbao los gatillos de los pad de consola, ni los pitidos y músicas de las máquinas arcade...El silencio ha vuelto a reinar en los pabellones de ese gran coloso de las convenciones.

GamerLand quiere convivir con otra de las grandes ferias del país, Gamefest, cuya trayectoria inicial ya ha sido todo un hito en la historia de los videojuegos en España. Su proeza está en haber conseguido la nada despreciable cifra de 40.000 personas que, durante 3 días, se reunieron en los famosos pabellones de la feria de Madrid, Ifema.
El BEC (Bilbao Exhibition Centre) ha querido emular a ese coloso de las convenciones y, con un presupuesto más modesto, menos tiempo de organización y una merma en la difusión, ha congregado a una loable cifra de 10.000 almas bajo el mismo techo.
Pero sin entrar en odiosas comparaciones, si que se debe pensar en las consecuencias de cada una de las ferias.

Vídeo extraído de Ps3p.es (blogocio.net)

Una, Gamefest, es desde ya un referente europeo a unos pocos días de su finalización, y la otra, se ha erigido como el gran baluarte de las ferias de conferencias. Ambas apuestas pueden convivir en perfecto estado de armonía, sin solaparse, y si complementándose. Lo más importante es que se está empezando a gestar el germen de una revolución, el basamento que ha de construir la gran industria del juego en España.
El hecho de contar desde ya con dos excelentes ferias da bastantes pistas de lo que sucederá en los próximos años. Una oleada de desarrolladoras y compañías de distribución podrán salir de su letargo para constituir un sólido núcleo de aportaciones tecnológicas y digitales , pudiendo dejar ver el gran potencial que existe dentro de nuestras fronteras.
Es hora de conectar al mundo con las grandes historias de aventureros, con los bosques plagados de duendes y hadas, el gran estruendo de los motores de cientos de caballos de potencia, las enormes cataratas de un parque acuático o las grandes naves interestelares que surcan la galaxia. La imaginación en forma de bits tiene un gran futuro por delante, gracias a la ilusión de personas que creen que los videojuegos son el octavo arte, la gran maravilla del siglo XXI. Apostemos por la cultura.

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